La situación chilena tiene factores complejos que necesitan de una mirada desde la historia, para entender su condición actual y sus proyecciones.
La oligarquía ha estado presente en los 200 años del Chile republicano, se ha actualizado hasta ahora, con registros de participación de grupos de clase media, pero nunca de los trabajadores del campo y la ciudad; de las mayorías nacionales, en el aparato de gobierno ni en la institucionalidad del Estado.
Chile se apronta a la celebración de un Bicentenario sin nombre, con su pueblo marginado y ausente.
Desde los años 70, se implemento el modelo neoliberal de manera inconsulta y ciertamente arbitraria; se privatizaron las empresas del Estado y se estableció un modo que negó valor a las organizaciones intermedias, incluidos los partidos políticos.
Los “acuerdos” entre militares, los partidos de la derecha tradicional y la Concertación, fueron eso, un trato distinto al discurso oficial, por medio del cual las partes se comprometieron a mantener el modelo impuesto por los militares y hacer justicia sólo dentro de lo posible. La publicidad de los medios de comunicación, que fueron aceptados por el trato y que aún existen, dejaron fuera a los medios que formaron para del proceso de recuperación democrática que transversalmente apoyó el país y han logrado tales objetivos con una verdadera escuela de la desinformación.
Efectivamente en estos últimos años, las contradicciones de la sociedad chilena, determinaron algunos ajustes al modelo, particularmente en el tema de protección social, que al mismo tiempo, al igual que en los años 60,considera más la idea de “alianza para el progreso”,que la superación clara y resuelta de la pobreza. El sistema necesita la pobreza para mantener la concentración del poder político y la riqueza.
Las técnicas utilizadas, han dado especial cobertura a la anti-política, a la idea de votar por las personas y no por los partidos.Una idea en apariencia inofensiva, pero que ha tenido la fuerza del agua, para desmoronar lealtades, sentido de identidad y pertenencia.
Pinochet primero y la Alianza ahora, tienen gracias al uso de estos tratos y técnicas poco más de un 40% del electorado y han tenido incluso posibilidad de ocupar el gobierno nuevamente.
Al mismo tiempo aquella izquierda que sobrevivió a los 70, va haciendo un camino con la Concertación, para cumplir con los mínimos necesarios que permiten su existencia “legal”.
Las votaciones a favor de diputados y senadores de la derecha conservadora, en los sectores populares, marcan ese enorme paso atrás, desde el que será necesario avanzar y cuya responabilidad, ciertamente corresponde a los conductores de la derrota de los 70, incluso más a ellos, que a las Fuerzas Armadas o a la intervención de USA.
Las elecciones de diciembre en Chile, darán una muestra de avances o retrocesos de un contradictorio pueblo de derecha.