Será la maduración de los problemas reales, que generan las principales contradicciones en el llamado modelo chileno, los que definan la agenda y no las directivas de los partidos políticos.

La dictadura militar impuso el modelo neoliberal,con respaldo de USA y principales grupos económicos nacionales e internacionales, para retomar el control del cobre, hacer de la banca y el consumo el motor fundamental de la economía, reemplazar los procesos de industrialización y sustitución de exportaciones por Acuerdos y Tratados de Libre Comercio, traspasar la educación a manos privadas con la figura de los “sostenedores”, hacer de la agricultura una actividad subvalorada y crear las Administradoras de Fondos de Pensiones, para respaldar con dinero de los trabajadores los emprendimientos empresariales en Chile y otros países. Esas transformaciones afectan nuestra economía y, al mismo tiempo, han provocado un cambio hacia la derecha de la mentalidad chilena.

Los partidos políticos tienen una militancia mínima, cuentan con directivas y electores, que les permiten controlar los cargos de elección popular. No hay mayores diferencias, todos coinciden, incluso el Partido Comunista, en perfeccionar el modelo, nadie habla de reemplazarlo o cambiarlo.

Las movilizaciones sociales y las huelgas expresan una fatiga del sistema y han avanzado hasta el punto de comprometer la estabilidad y la gobernanza.

Las diferencias entre las Alianzas de la derecha tradicional y la de los partidos de la Concertación se centran en disputas por la administración, y, la ausencia de diferencia complica la credibilidad del conjunto de la clase política.

Los partidos de la derecha tradicional legitiman a los de la Concertación tratándolos de “izquierda”, a sabiendas que sólo se sitúan a la izquierda de ellos, de la derecha dura, pero lejos del sentido de izquierda popular que tenían en su tiempo partidos como el Socialista, Comunista o los Radicales.

Expertos en manejo comunicacional crean los insumos para que los medios de comunicación “informen” “verdades virtuales”, que ciertamente no corresponden a la verdad social. Han logrado que los dirigentes sociales de ayer ingresen al centro de la que ellos, en su momento, refirieron como “institucionalidad burguesa” y ahí se encuentran, ahora, como congresistas.

Las AFP (Administradora de Fondos de Pensiones)  siguen captando el dinero de millones de trabajadores, los bancos se enriquecen con intereses abusivos, el cobre sigue en manos internacionales, la agricultura se subordina a la lógica de mercado y posterga su rol de cautelar nuestra soberanía alimentaría.

Los costos de la estabilidad se pagan con subsidios y los medios de comunicación siguen haciendo su trabajo de distracción,conformismo y resignación.

Los grandes empresarios saben que tienen una clase política trabajando en la perfección del modelo, que no hay temores reales.Solo existe una teatralización de la democracia y de  aparentes diferencias.

El movimiento social debe escalar una altura mayor para asumir un estado de rebelión, pero por ahora, puede al menos revelar que sufre los efectos de una manipulación mayor, en manos de una “verdad virtual”.