Tenemos los documentos y la historia, que no coinciden muchas veces. La historia definitavamente la escriben los que ganan y la nuestra, la historia de Chile, desde los 70 hasta ahora, la historia oficial, la que se cuenta sigue siendo la de la intervención de USA, del Golpe Militar, de las contrapartes nacionales, que incluso identifican con claridad y montos el Informe Church del Congreso de EE.UU, que investigó y constató la intervención de la CIA en Chile desde 1963 hasta el Golpe Militar y algunos años más.

El triunfo de Allende y de un movimiento social potente que lo respaldaba, considerando al pueblo que había acompañado la campaña de Tomic, fue aniquilado por la fuerza. La muerte, la tortura, el exilio, la pérdida de trabajos y derechos, se hicieron parte de la vida de los chilenos y aún así, entre dolores y calmas inciertas, se inicio un proceso social inédito, se organizó el pueblo en defensa de su dignidad, sin partidos, sin más respaldo que ese amor propio que felizmente es intangible y potente al mismo tiempo.

La Dictadura impuso su modelo de economía, su experimento social a escala nacional, en un pueblo real: el Mercado debía ocupar el lugar del Estado…y lo hicieron.

De la persecución militar se pasó a una cesantía dura y prolongada, al mismo tiempo que se atomizaba la institucionalidad pública y se privatizaban una a una las empresas del Estado.

Primero fueron unos pocos, luego ciertos barrios y poblaciones, hasta llegar a la capacidad  de colocar a la Dictadura en situación de derrota o de pactar la salida.

Entonces aparecieron “las personalidades”, venían de un exilio que no conocíamos y el movimiento social cedió su rol protagónico y quedó en espera de lo que harían las “viejas personalidades” a favor del pueblo y de su causa. Negociaron, pactaron.

Se hicieron dos plebiscitos, uno para amparar la “salida democrática de los militares”, en 1988 y otro para “confirmar el trato”, el de 1989.

Así llegaron los gobiernos civiles en los 90, a lomo de la confianza y de la razón emocionada de todo un pueblo.

 

Desde el primer día, la idea del”dentro de lo posible” se impuso, al mismo tiempo que se confirmaba la continuidad del modelo neoliberal con frases paliativas como “compartimos la necesidad de humanizar el sistema”, las privatizaciones fueron investigadas y al mismo tiempo sus informes fueron olvidados por “50 años de confidencialidad”.

Las Administradoras de Fondos de Pensiones, son la base de la industria financiera, con los dineros de los trabajadores se mueve la banca y las empresas, incluso aquellas que eran del Estado. Se privatiza la salud y la educación, se imponen las concesiones, se beneficia a las empresas y se explota a la persona humana como un recurso natural, como se explota irracionalmente la minería, la flora y fauna marítima, el suelo y las aguas.

Los partidos de la izquierda de los 70 forman alianza con el nombre de Concertación, son los concertados en pactos y acuerdos para lograr la salida de los militares pero mantener su modelo neoliberal, privilegios y abusos.

El uso de los medios de comunicación de cobertura nacional han sido vitales para mantener y legitimar el modelo. Nunca antes y por tiempo tan prolongado se había mantenido a todo un pueblo desvinculado y desinformado.

El dinero pudo más que las ideas y los principios, basta con observar la “tranversalidad” de los directorios de empresas, AFP, bancos, el tipo de legislación para dar sustento legal a los abusos y entender ahora el sentido que tenía y tiene, un actualizado “dentro de lo posible”.

La Reforma educacional es un ejemplo. Se hace para legitimar, financiar y “normar” lo existente, los privados siguen, pero en vez de que cancelen sus servicios las personas,lo hará el Estado que al mismo tiempo renuncia a ocupar un rol central y paga caro el hacerse apenas un agencia de control de garantías.

La “crisis de los casos”, en especial de la boletas que relacionan a empresas con políticos, no es lo más importante, por más que en ello persistan políticos y “medios”, lo central es comprobar la existencia de una colusión y de una transacción de la honestidad por monedas. Chile vive ahora la experiencia más dura desde el golpe del 73, comprobar la traición de las “viejas personalidades y sus renuevos” que en de vez de representar a trabajadores del campo y la ciudad, simplemente los traicionaron.